martes, 27 de enero de 2009

LA CULTURA TAINA

PRIMERA PARTE

Los taínos desarrollaron una cultura basada fundamentalmente en la producción agrícola que les permitió incrementar una apreciable actividad artesanal de objetos utilitarios, tales como vasijas y otros recipientes de barro y de madera, hachas de piedra bien pulimentadas, objetos de cestería de fibras vegetales y tejidos de algodón que eran decorados con tintes extraídos de la jagua (Genipa americana) y de la bija (Bixa orellana), con los cuales, también se pintaban sus cuerpos en ocasiones especiales.

Además, los taínos fueron excelentes escultores que confeccionaron artefactos ceremoniales de gran expresión artística como los duhos o asientos ceremoniales, los ídolos o cemíes, los instrumentos para el ritual de la cohoba y los aros monolíticos.


El cemí (también zemí o zeme), cuya figura, esculpida en diversos materiales y tamaños, podía actuar a voluntad influyendo de manera decisiva en el normal desarrollo de la vida humana y del medio natural: podía cohabitar con los hombres e incluso reproducirse a través de ellos. El cemí era el cuerpo vivo del dios, del ente mítico, del antepasado deificado. De la maestría con que se le tallase y de la capacidad para lograr reflejar el carácter del ser dependía en gran medida la efectividad emotiva que lo vincularía a los creyentes y el adecuado desempeño de sus prerrogativas espirituales.

La recolección de algunos frutos silvestres, la pesca y la caza marginal complementaban la alimentación del pueblo taíno, empleando en tales ctividades instrumentos y técnicas que, junto al uso práctico y medicinal dado a ciertas plantas, denotan su profundo conocimiento del medio ambiente natural.

Al momento de la llegada de los europeos, los taínos habitaban gran parte de las islas Española y Puerto Rico, al igual que el Oriente de Cuba y parte de Jamaica.

Aunque algo bajos de estatura, los indios taínos eran de cuerpos bien formados y piel color cobriza. Fueron gentes lampiñas, de cara ancha, con pómulos muy pronunciados, labios un poco gruesos y de muy buena dentadura.

Tenían el pelo negro, grueso y muy lacio, cortándoselo por encima de las cejas y también atrás, a diferencia de los macorixes y ciguayos quienes llevaban el pelo largo atándoselo atrás con una redecilla a la que insertaban plumas de "papagayos" (Temnotrogon roseigaster) y cotorras (Amazona ventralis).

Los indios macorixes y ciguayos habitaron en la zona nororiental de la isla de Santo Domingo, ocupando la península de Samaná y tierras aledañas. Se caracterizaban por ser muy belicosos y diferir lingüísticamente de los taínos.

Los taínos siempre andaban desnudos, llevando solamente en sus brazos y piernas unas ligas o fajas de hilos de algodón, aunque algunas mujeres casadas utilizaban unas faldillas, tejidas también en algodón, denominadas naguas.

Existió entre ellos la costumbre de practicarles a los niños la deformación artificial del cráneo, sujetándoles con bandas de algodón dos tablillas de palma, una en el frontal y otra en el occipital, con lo cual lograban que la frente luciera más ancha. Se perforaban el lóbulo inferior de las orejas con la finalidad de lucir en ellas pasadores decorativos u orejeras, llamadas en su lengua taguaguas.

Su organización social, política y religiosa fue la más evolucionada entre los grupos indígenas de las Antillas. Su máxima unidad territorial era el "cacicazgo" que agrupaba determinadas aldeas o "yucayeques", los cuales estaban dirigidos por los "caciques", que ascendían a estas posiciones por la vía matrilineal hereditaria o la realización de un hecho extraordinario.


El cacique se distinguía por el guanín o disco de oro que colgaba sobre su pecho, y por el uso de cinturones hechos de algodón trenzados con cuentecillas de pedrería y conchas, al igual que cintas para lucir en la cabeza, insertándoles a ambos una guaiza o pequeña carátula central.

Cuando el cacique emprendía un viaje distante de la aldea, sus súbditos le transportaban sobre una litera de madera y paja, mientras que sus hijos, cuando niños, les seguían cargados en hombros cerca de él.

Los caciques eran asistidos por unos personajes de elevada jerarquía, llamados nitaínos, siendo los naborias, de menor grado social, sobre quienes recaían faenas agrícolas y otros trabajos y servicios.

El behique o médico hechicero de la tribu fue otro personaje de importancia en la sociedad taína, por tener un vasto conocimiento de la farmacopea primitiva y velar por la curación de los enfermos mediante prácticas mágico-medicinales, interviniendo, también, en la confección de los ídolos de la cohoba y otros objetos rituales.

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